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Diseño desigual: el caso de los centros de vacunación COVID-19 | vía: Prodavinci

Prodavinci | Por Luisa Salomón y Salvador Benasayag con el apoyo de Pulitzer Center | Venezuela | 3 de mayo de 2023

Después de tres años con olas de contagios, cuarentenas intermitentes y hospitales saturados de pacientes, y de dos años de vacunación contra covid-19, la situación mundial es mucho más cercana a la normalidad.

Pero eso no significa que la pandemia de covid-19 ya no sea una emergencia. Estudios recientes han demostrado que no solo es una enfermedad aguda, sino crónica. El covid prolongado afecta diferentes órganos, con consecuencias severas en el corazón, impacta el sistema inmunológico y tiene implicaciones neurológicas.

Todavía hay muchas preguntas sobre el futuro de la vacunación contra covid y qué tan importante será en los próximos años. Por ahora sí hay una certeza: los esquemas de vacunación primarios y sus refuerzos funcionaron, y los programas de inmunización deberían alcanzar a toda la población.

El esfuerzo de vacunación tiene que mantenerse en la medida que el virus siga con actividad en el mundo. El virus está cambiando y recientemente está cambiando a una velocidad mucho mayor a la de los primeros dos años. Eso crea debilidades, o riesgos, de que el cambio estructural del virus sea tal que nuestra inmunidad no sea suficiente. Es un escenario cambiante, y posible, que vengan nuevos aumentos de casos e incluso la reaparición de enfermedad severa en una proporción mayor a la que tenemos en este momento”, explica el infectólogo Julio Castro, médico del Instituto de Medicina Tropical de la Universidad Central de Venezuela.

Los programas de vacunación contra covid-19 se convirtieron en las estrategias de respuesta con mayor impacto para recuperar la normalidad. Por primera vez la humanidad vio el efecto de la vacunación en el control de una pandemia.

Pero el proceso no fue sencillo. La pandemia dejó en evidencia las brechas y desigualdades de los sistemas de salud en el mundo. Atender esas desigualdades y cerrar las brechas tenía especial relevancia para lograr el éxito de las campañas.

En septiembre de 2020, antes de que se iniciaran las vacunaciones, el grupo asesor estratégico de expertos en inmunización de la Organización Mundial de la Salud (SAGe-OMS) definió una hoja de ruta con seis principios éticos para la priorización de vacunas contra covid-19. Dos de esos principios eran la equidad de acceso global a las vacunas y la equidad de acceso nacional, entre grupos dentro de un mismo país.

Para alcanzar la equidad nacional, esta hoja de ruta incluía un marco de acción con dos objetivos principales:

  1. Asegurar que la priorización de vacunas tuviera en cuenta los riesgos y vulnerabilidades de diferentes grupos poblacionales debido a factores sociales, biomédicos o geográficos que aumentaran su riesgo a la enfermedad.
  2. Desarrollar un sistema de distribución e infraestructura que asegurara el acceso a la vacuna contra covid-19 en poblaciones prioritarias y “tomar acciones proactivas para asegurar acceso equitativo a cualquiera que califique dentro de un grupo de prioridad, particularmente poblaciones socialmente marginadas”.

Uno de los retos que se plantea en un proceso de vacunación es el balance entre situaciones desiguales. El costo de servir en Caracas no es el mismo al servir en Puerto Ayacucho, por ejemplo.

Las estrategias deben responder a las condiciones del país, su población y distribución geográfica, infraestructura disponible, capacidad de transporte, refrigeración, personal de vacunación. Allí donde haya deficiencias, se deben ajustar las políticas para equilibrar el acceso.

Por eso, más allá de los grupos prioritarios para la vacunación, como el personal de salud o los adultos mayores, la equidad nacional implica que todos los ciudadanos deben tener la misma posibilidad de acceso a las vacunas sin importar si están en un pueblo, en una ciudad o en una localidad remota. Aunque sea imposible garantizar una igualdad absoluta, las políticas deben cerrar brechas y asegurar que no haya diferencias significativas en las posibilidades de vacunación entre el ciudadano de Puerto Ayacucho y el de Caracas.

A mediados de 2022, la OMS publicó un conjunto de recomendaciones en una estrategia para alcanzar la vacunación global. En ella se destacó la equidad y la inclusividad entre sus cuatro principios, además de la importancia del monitoreo de la demanda y administración de vacunas, revisión y actualización de las estrategias de vacunación y priorización en los países.

Pero en Venezuela el proceso de vacunación estuvo marcado por la incertidumbre. Fuimos uno de los últimos países de la región en anunciar acuerdos de vacunas, no tuvimos un plan de vacunación público con criterios claros sobre el proceso, tampoco campañas masivas para educar y promover las nuevas vacunas.

Realmente no se incorporó a actores relacionados con la salud, las sociedades científicas, la Academia Nacional de Medicina, ni se aprovecharon los expertos que tenemos en el país. Cuando empezó la vacunación en Latinoamérica vimos, por ejemplo, cómo Argentina fue el primer país en usar la vacuna Sputnik V, pero incorporó al personal técnico y a las sociedades científicas para dar orientación a la población. Transmitieron tranquilidad”, explica el médico Manuel Figuera, presidente de la Sociedad Venezolana de Infectología (SVI).

El proceso fue desordenado, desigual y confuso. Ante la falta de información, médicos y especialistas alertaron que el gobierno venezolano no estaba planeando procura de vacunas para la población. Una vez que se anunciaron las primeras compras y donaciones al país, desde Rusia y China, el temor se centró entonces en la planificación: Venezuela tiene una década con deficiencias en sus inmunizaciones regulares y la vacunación contra covid-19 exigía administrar diez veces más vacunas de las habituales. Todo en menos de un año.


Como parámetro, nótese que en Venezuela el Programa Ampliado de Inmunizaciones aplica entre 3.5 a 4.5 millones de vacunas en un año; lo que contrasta con una situación de emergencia como la actual… para vacunar al 70% de la población en seis meses, se deben colocar unos 45 millones de vacunas”, explicaba un documento técnico con una propuesta para el plan de vacunación de covid-19 en el país, preparado por médicos infectólogos, epidemiólogos, pediatras, especialistas en sociología, políticas públicas y otras áreas.


Sin embargo, como buena parte de la respuesta a la pandemia, el proceso de vacunación fue centralizado por el Ministerio de Salud. Las sociedades médicas y académicas no fueron invitadas a la planificación del proceso. Las vacunaciones se iniciaron con largas filas de personas a las puertas de los centros, sin claridad sobre las fases, reportes de un mercado negro de dosis y criterios no tan claros en las fases iniciales.


Hubo un manejo político de la pandemia. Por ejemplo, se vacunó solamente en los Centros de Diagnóstico Integral [de la red nacional Barrio Adentro]. Yo soy el superintendente de Salud Baruta. Nosotros tenemos ambulatorios que pertenecen al Programa Ampliado de Inmunizaciones, tenemos capacidad en esos espacios, casualmente yo dirijo el servicio y soy infectólogo, el director médico es el doctor Luis Echezuría, que fue epidemiólogo nacional y regional. Teníamos capacidades técnicas para apoyar desde nuestro municipio. Pero en ningún momento nos dieron vacunas para nuestros ambulatorios”, relató el doctor Figuera.


Después del inicio de la vacunación, el Concejo Municipal del municipio Baruta instaló un punto de inmunización en una plaza de Las Mercedes. “Una vez que perdieron las elecciones, dejaron de vacunar. Eso mostró el talante político de la vacunación”, agregó el médico. Esta situación también fue denunciada por dirigentes políticos opositores electos en esa jurisdicción.


Además, nunca se publicó el plan de vacunación. Pese a que las vacunaciones se han mantenido en el país, tampoco tenemos cifras oficiales actualizadas y abiertas sobre la cobertura vacunal alcanzada, solo encuestas realizadas por iniciativas académicas y organizaciones sociales. Según la última encuesta, para finales de abril de 2022 solo 62,3% de la población había recibido al menos dos dosis, y apenas 16,6% había recibido la tercera. Desde febrero de 2022 no se actualiza el avance de la cobertura de vacunación en la OPS.


Lo que se publicó fue una lista de centros de vacunación dispuestos por las autoridades nacionales. Alojada en un Google Site, esta lista solo informa el estado, municipio, parroquia y nombre de cada centro. No hay información sobre sus horarios, tamaño ni capacidad de atención. Ninguno de los médicos y especialistas consultados durante nuestra cobertura de vacunación sabía que la lista era pública.


Siendo la lista de centros uno de los pocos documentos públicos sobre la vacunación de covid-19 en Venezuela, analizamos la ubicación y distribución de estos centros. Cruzamos los lugares con la población de cada estado, municipio y parroquia, su densidad poblacional y extensión geográfica para tratar de comprender el alcance del plan.


Encontramos una distribución desigual, con disparidades en la asignación de centros incluso en localidades con características demográficas similares. Los centros se encontraban en 38,25% de las parroquias, ubicadas en 25,19% del territorio nacional. Más de 8 millones de venezolanos no tuvieron acceso a un centro de vacunación en su parroquia.