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La tragedia del pueblo yanomami: un panorama de emergencia en Venezuela y Brasil | vía: Mongabay

David Tarazona | Venezuela | 9 de febrero de 2023 | Cortesía de imagen: ISA.

  • El pueblo Yanomami en Brasil vive una crisis humanitaria. Al menos 570 niños de esta comunidad indígena murieron en los últimos cuatro años por desnutrición, malaria, entre otros problemas de salud. Los indígenas aseguran que más de 20 000 mineros ilegales, conocidos como garimpeiros, han llegado a su territorio desde el 2019.
  • Los cerca de 20 000 Yanomami que viven en territorio venezolano también enfrentan los mismos males aunque a diferente escala. Denuncian que hay poca disponibilidad de alimento y las condiciones de atención en salud son deficientes.

En enero de 2023, el presidente brasileño Lula Da Silva denunció al exmandatario Jair Bolsonaro por cometer un genocidio contra el pueblo yanomami, luego de conocer de las más de 570 muertes de niños menores de cinco años en el país y declaró una emergencia sanitaria para atender la situación. A raíz de esto, Bolsonaro será investigado por la policía tras una orden del  Tribunal Supremo Federal (STF). “Más que una crisis humanitaria, lo que vi en Roraima fue un genocidio, un crimen premeditado contra los yanomami, cometido por un gobierno insensible al sufrimiento del pueblo brasileño”, indicó Lula en sus redes sociales.

Efectivamente, las últimas imágenes de la prensa internacional, donde se observan niños indígenas yanomami en Brasil con los abdómenes inflamados y la piel pegada a las costillas, dejan ver la hambruna y la crisis de salud que está viviendo este pueblo.

Hablamos durante muchos años de la situación del pueblo yanomami. De los problemas de los invasores [mineros ilegales]. [Hay] cada vez más violencia, los abusos sexuales que están pasando en la tierra yanomami. También la prostitución, alcoholismo y los mineros amenazan a los yanomami. Dijimos todo lo que vivimos durante estos últimos cuatro años del gobierno de Bolsonaro. No nos protegió”, denunció en febrero de 2023 Darío Kopenawa, líder de los yanomami de Brasil durante una visita a las sedes de las Naciones Unidas y de la Organización de Estados Americanos (OEA) en Estados Unidos, para pedir apoyo internacional y denunciar el genocidio. Kopenawa se refería a la crisis que ha vivido este pueblo indígena, relativamente aislado, que vive en la Amazonía brasileña y venezolana.

Para los pobladores yanomami de Brasil, la crisis alimentaria y de salud se originó en 2019 con la invasión a su territorio de más de 20 000 mineros ilegales, conocidos como garimpeiros, e impulsada por el presidente Jair Bolsonaro. “Por mí, abro el garimpo (la mina ilegal). Existe un proyecto para permitir el garimpo en tierras indígenas”, dijo Bolsonaro en 2020.

El gobierno de Lula da Silva ha ordenado la expulsión de los mineros ilegales. Además, uno de los primeros anuncios de  Sonia Guajarara, la flamante ministra de  Pueblos Indígenas de Brasil, es que se brindará asistencia aérea para transportar a quienes requieran atención médica.

Mongabay Latam habló con líderes yanomami del costado venezolano y expertos que han trabajado con ellos para conocer cómo se ha vivido la situación en la frontera. Del lado venezolano son aproximadamente 20 000 pobladores yanomami, mientras que del brasileño son más de 30 000. Aunque la crisis en Venezuela parece no haber alcanzado los niveles que se han visto en Brasil, sí los afectan los mismos males: falta de alimentos, minería ilegal, malaria, entre otros.

“Los yanomami son un mismo pueblo, independientemente de si están en Brasil o en Venezuela, viven en un territorio de iguales dimensiones en cada país”, dijo Tina Oliveira Miranda, bióloga venezolana y miembro de la ONG Wataniba, que es aliada de este pueblo. “Los yanomami, sin importar la frontera, son una familia, pasan de un lado al otro», dijo Aimé Tillett, antropólogo venezolano con experiencia de trabajo entre los yanomami.

La minería ilegal, la malaria y la deforestación en Brasil

En la última semana de enero de 2023 se reportaba que al menos 45 menores de edad yanomami habían ingresado al Hospital Pediátrico Santo Antonio en Boa Vista, capital del estado brasileño de Roraima. Las consultas eran, principalmente, por malaria, desnutrición, neumonía y diarrea. En 2022, según cifras del Ministerio de Pueblos Indígenas de Brasil, fallecieron al menos 99 niños menores de 4 años por este tipo de males.

Una de las principales causas de muerte ha sido la desnutrición. Los expertos que hablaron con Mongabay Latam aseguraron que la dependencia en ayudas internacionales y la participación de los hombres yanomami en actividades de minería o relacionadas con esta los desligaron de sus prácticas de pesca, caza y recolección. “En algunos casos prestan servicios de alimentación y transporte ya que en la mina confluyen diversas dinámicas de trabajo. Pero la minería nunca ha sido parte de su modus vivendi”, explicó Vladimir Aguilar, investigador del Grupo de Trabajo sobre Asuntos Indígenas (GTAI) de la Universidad de Los Andes en Venezuela.

Retroexcavadoras para la minería ilegal al lado de la vía ilegal.
Crédito: Valentina Ricardo para Greenpeace.

La degradación del ambiente por parte de los mineros ilegales también disminuyó la población de animales que son parte de la dieta yanomami.  Estos factores en conjunto pudieron afectar la disponibilidad de alimento para este pueblo en Brasil. «Muchos yanomami se fueron a trabajar en las minas y dejaron de lado sus conucos (cultivos). Empezó a haber una desnutrición, es una cadena de cosas», dijo Tillett.

La malaria también complicó el panorama. «Del lado brasileño hay una fuerte dispersión de la malaria. Está asociada fuertemente con la minería», comentó el antropólogo venezolano.

Los Yanomami habitan entre la sierra Parima y el cerro Delgado Chalbaud; en el Alto Siapa,
Alto Ocamo y el río Metacuni en Amazonas; y en el Alto Caura y Alto Paragua,
en Bolívar. Foto: Grupo de Trabajo Socioambiental de la Amazonía Wataniba.

El experto explicó que la minería ilegal facilita la dispersión de la malaria porque «los mineros cuando llegan, lo primero que hacen es deforestar el área donde van a trabajar. En esas áreas boscosas hay mosquitos, pues es su hábitat natural, y muchos de estos mosquitos pican y se alimentan de la sangre de otros animales. Los mineros también aceleran la caza de animales para alimentarse, reduciendo la fauna local y entonces los mosquitos tienen menos animales para picar. Además, la minería va dejando pozos de agua que son los criaderos perfectos para estos insectos”.

“Si tienes una comunidad humana en lugares donde se deforestó, ya no hay animales y estás criando el mosquito en condiciones ideales, vas a tener una sobrepoblación que necesita alimentarse de sangre. Van a picar y contagiar a la gente que vive en la zona», explica Tillett. La población yanomami ya había sufrido también enormes pérdidas durante la pandemia por el  Covid-19, según nos dijeron los expertos.

Como si todos estos problemas no fueran suficientes, los pobladores indígenas también han enfrentado la contaminación por mercurio en los cuerpos de agua de sus territorios. La estocada final contra este pueblo fue el olvido estatal del gobierno del presidente Jair Bolsonero, que redujo el presupuesto destinado a tratar la salud de estas comunidades.

«Por un recorte presupuestal algunas entidades dejaron de atender a la población en territorio, la atención de salud se fue deteriorando [en Brasil]. También se dejó de atender por seguridad, ya que los mineros están armados y es peligroso”, explicó el antropólogo Aimé Tillett. Además, dijo que uno de los obstáculos para que las autoridades hagan un seguimiento a la situación es que este pueblo indígena incinera de manera inmediata los cadáveres de sus seres queridos, lo que no permite a veces un conteo o determinar la causa de muerte. En la cultura yanomami, los muertos deben irse de manera libre y no ser atados por quienes quedan vivos.

Viviendas del pueblo indígena Yanomami en Venezuela. Foto: Grupo de Trabajo
Socioambiental de la Amazonía Wataniba.

Los problemas al cruzar la frontera hacia Venezuela

“Hay dificultad con la obtención de los alimentos porque los conucos [cultivos] dan algunos productos, pero cada cierto tiempo. Los lugares de cacería y recolección están lejos. El CLAP (alimento garantizado por el gobierno venezolano) llega y se consume, pero luego hay que esperar a que vuelvan a enviarlo. También hay deficiencia con la atención de la salud”, le dijo a Mongabay Latam un líder del pueblo indígena yanomami en territorio venezolano, que accedió a hablar bajo la protección de su identidad.

“Sí hay desnutrición. Quizás no al extremo de lo que recientemente hemos visto en Brasil, pero son pueblos indígenas binacionales cuyo territorio está en ambos países y se desplazan de un lugar a otro libremente en busca de mejores condiciones”, explicó Vladimir Aguilar de la Universidad de los Andes.

«En Venezuela hay desnutrición en ciertas zonas. Los yanomami antes vivían en comunidades chiquitas que se mudaban cada año. Abrían su conuco, no eran grandes agricultores, eran más cazadores y recolectores, pero sí tenían cultivos. Pero llegaron los misioneros y la presencia estatal. Entonces, los indígenas empezaron a vivir más cerca de los ríos donde estaban las misiones que daban alimentos, fueron creciendo sus poblaciones y haciéndose más sedentarios», comentó Tillett. Además, sostiene, cada vez había menos zonas para abrir conucos, la tierra era  más pobre, la cacería se fue agotando y tenían que ir más lejos para encontrar animales. Estos factores fueron generando una situación de crisis alimentaria. “Empezaron a hacerse más dependientes de los alimentos industrializados. Esto pasó en el Parque Nacional Parima Tapirapecó», agrega.

La malaria también es un problema en el lado venezolano de la frontera. «En 2016 hubo una epidemia con más de un millón de casos. Venezuela antes tenía bajo control dicha enfermedad. Siempre hubo malaria, pero se le salió de control [al gobierno]. Venezuela está aportando la mitad de casos en Suramérica», aseguró Tillett, que también destacó que el sarampión los afectó y causó más de 100 muertes. Otra de las preocupaciones del experto es que hay un foco de tuberculosis que viene en crecimiento entre los yanomami, poniendo en riesgo a los integrantes de este pueblo que viven en aislamiento voluntario.

“Generalmente el apoyo [de servicio de salud] se da cuando se realizan jornadas de salud en los territorios indígenas, pero lamentablemente ello no hace parte de una política pública sostenida en el tiempo”, dijo un líder yanomami a este medio.

Mapa binacional de minas y pistas aérea ilegales en tierras de los yanomami y los yecuana.
Los puntos rojos y amarillos son las minas y pistas, respectivamente. 2017.
Crédito: Hutukara, Horonami, Wataniba e Instituto Socioambiental.